viernes, 20 de marzo de 2009

La luz que agrietó grises
la fuerza con que el mar golpeó mi pecho
el torrente de sangre que pulverizó esternones
la liviandad con que caminaron mis pies
los árboles que dilataron pupilas
los rios que estremecieron mi piel.

no puede quebrarse la luz.

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